Ahora, como nunca antes, tengo miedo. La niebla no solo persiste, se vuelve más densa y fría por momentos, todo resulta más confuso, más turbio.... menos claro. No veo nada, sólo niebla. Intento adivinar qué se encuentra a mi alrededor, en medio de qué me encuentro. Centro mis esfuerzos en buscar ese mínimo halo de luz o esa intuición que me diga hacia donde avanzar. Sé que, por más que mejore la situación, todo terreno por el que siga será movedizo e inseguro, pero al menos será y existirá. No me asusta andar y que todo tiemble debajo de mi, me asusta no andar, no avanzar, no saber que hacer...quedarme estancada. La vida, constantemente, se compone de riesgos y victorias, de seguridades y derrotas, de miedos, de risas y llantos, de cimas y pozos... Hay miradas que hablan, otras que, directamente, se van al corazón al igual que, otras tantas son capaces de apagarnos las ilusiones, de vaciarnos el alma.... Todo eso merece la pena pues la felicidad carecería completamente de valor si tras de ella no hubiera un duro camino que recorrer, con sus caídas, sus piedras, sus raspones de rodilla y sus noches a la intemperie.
Si este sentimiento no me provocara estas dudas, esta ansiedad, tantos desvelos... esas pequeñas e intensas emociones con cualquier detalle... las ganas de mandarlo todo a la mierda seguidas de llegar hasta el fin del mundo con esto y así sucesivamente... Si nada de esto me diera miedo, si no existieran lágrimas felices y tristes... La posible victoria no tendría el sabor que, de existir, tendrá.
No tengo, ni la más remota idea de si alguna vez desaparecerá todo esto, de si alguna vez todo resultará tan claro que la niebla y el frío se conviertan en un bonito día soleado....