Sentir de nuevo ese miedo,
realizar un movimiento suicida,
cerrar los ojos y pensar que vas a desaparecer,
abrirlos una décima de segundo,
y darte cuenta que las distancias desaparecen,
volver a cerrarlos y saber que, seguidamente,
un huracán va a recorrer cada milímetro de tu cuerpo,
al principio pánico,
después vértigo,
y finalmente calma.
Ahora vuelve a aparecer una mínima distancia,
reabres los ojos y lo compruebas,
entonces, relajas tu cuerpo,
y, sin más, dejas que todo fluya,
que todo salga de dentro, sin pensar si o no,
solo atar a la razón,
solo dejar volar al corazón.
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