lunes, 30 de enero de 2012

Aún queda el recuerdo...

Era tan suave y cálido el tacto de sus manos, tan dulces sus gestos y sus caricias que aun tiemblo al recordarlo. Cierro los ojos y toda mi piel se estremece, desde mi pelo hasta los pies y, entre medias, un vértigo de abismo cruza fugazmente mi corazón y mis entrañas. Aún resulta fácil recordar sus voz, de mil maneras, gritando, normal, susurrando, tranquila, tensa, con miedo, con deseo....lo que daría por volver a escuchar una sola palabra de su boca. No recuerdo ya un abrazo más reconfortante y sincero que el suyo, su cuerpo, más grande que el mío, rodeaba todo mi ser con la fuerza más delicada jamás experimentada por mi. Nunca tuve que rogar por uno, sabía el momento y el lugar perfecto para dármelos. Su sonrisa, ¡qué decir de su sonrisa!, tan afable, humilde, honesta e inocente que resultaba inevitable no esbozar también una sonrisa. A veces llegué a pensar que sus ideas eran dignas de un loco, pero comprendí que no, que sus ideas eran dignas de un ser feliz, con un alma libre y un corazón puro. Sus ojos, negros completamente aunque con un toque de miel al sol, eran capaces de transportarme a los lugares más hermosos, a los sueños en que nos soñábamos y no nos atrevíamos a contarnos. Dormir en su pecho es la sensación, quizás, que más anhelo de todas. Mi cabeza en su pecho, en mi oído los latidos de su corazón y, protegiendo mi cuerpo, su brazo suavemente posado alrededor de mi cuerpo. Nunca mi sueño fue más apacible y nunca la idea de que me observara durmiendo resultó más dulce. 
Pero es hoy, tanto tiempo después, cuando tengo miedo. Aun vive en mi el eco del miedo que sentí cuando vi que lo perdía, pero este miedo es, si cabe, mucho más intenso y desgarrador. La angustia cubre mis entrañas, el miedo se apodera de mi cuerpo, y el recuerdo machaca mi corazón. El miedo que ahora me anula no es otro sino que siento que cada vez me cuesta más recordar con claridad sus ojos, su voz o el tacto de sus manos. Pánico es lo que siento cuando la distancia es cada día mayor entre nosotros y al mirarnos veo el reflejo de lo que un día fuimos. Nunca lloré por esto, pero ahora, cuando es silencio lo que escucho, cuando es frío lo que siento y soledad la que me cubre, ahora, tengo miedo de dejar de recordarte...

jueves, 12 de enero de 2012

Cobarde valentía

Me habían hablado deesto, he visto miles de lagrimas, sonrisas, películas e historias sobre esto, pero jamás creí que de verdad existiera. Creo que lo llaman amor o algo así. Es un estado irracional en el que no sabes del todo por que, esa persona no sale de tu cabeza, buscas cualquier excusa o momento aunque solo sea para una mirada, ese estado en el que no puedes pasar un solo día, muchas veces ni si quiera mas de un par de horas, sin saber algo de el. Es fácil saberlo, basta con que te hablen de amor, con que veas amor en una peli, en la calle, en un libro, da igual, y que constantemente te veas en esa misma situación con el; cuando vas por la calle y aunque estés con alguien mas, te falta su mano, sientes que no estas segura hasta que no le ves, entonces todo lo demás no importa, verano o invierno, que mas da. Da igual que tu vida vaya al revés, que no sepas si vas o vienes, no importa si quiera si las cosas van bien o van mal, estas con el, le estas viendo y te esta mirando, que mas da el resto. Viviría de esas miradas, me dormiría en esas miradas, viviría en esos ojos. Yo supongo que cuando estoy a su lado soy tonta, absurda y muy pava, pero me daría igual ser lo mas patético que ha visto en su vida si se que por eso algún día veremos un atardecer abrazados en la playa y nos quedaremos hasta que vuelva a salir. Pero todo esto duele, duele porque no se que pasa. No controlo lo que siento, y lo peor es que el seguro que ni se lo imagina, no siente para nada lo mismo, es mas, lo mas probable es que ni se haya fijado en mi pues, que tengo de especial? Todo esto duele porque lo mas probable es que nunca pueda refugiarme en el, ni abrazarle por la noche, ni jugar a querernos... Dicen que en el amor hay que darle tiempo al tiempo, y yo se que por este amor que siento voy a esperar todo el tiempo del mundo y voy a tener esa esperanza que duele pensar que acabe en desilusión. 

domingo, 8 de enero de 2012

Camino de rosas (pétalos-espinas)

Hay días en los que la vida se llena de porqués y mientras tanto tu los intentas resolver, tu esperanza lucha cuerpo a cuerpo con la desilusión. A veces gana una, a veces la otra. El problema viene cuando las victorias de la desilusión son más importantes y significativas que las de la esperanza. Somos tan tontos de dar más valor a los fracasos que a las victorias, al catastrofismo que a la esperanza. De acuerdo que uno ha de ser realista, y no construir castillos en el aire, pero también es verdad que no lo podemos ver todo siempre negro, oscuro, frío y sombrío, porque tampoco es la auténtica realidad. La vida es difícil, sobre todo cuando empiezas a amar algo o a alguien y te da miedo que se descubra, por el miedo al rechazo. En una situación así....¿qué haces? Siempre hay ilusión, si no lo hubiera, vaya birria, pero es verdad que cuando pasa algo desilusionador, se leva consigo tooooda la ilusión y lo positivo que pudiera haber hasta el momento. Pueden haber existido 10 momentos esperanzadores, que con 1 que sea al contrario, se los lleva y es al que más valor e importancia atribuimos. Una vez más reitero que estoy de acuerdo en que no hay que ver cosas donde no las hay, pero es aún más verdad que hay que a veces tener un poco de esperanza, de fe en uno mismo y de saber que si hoy las cosas han salido mal o no todo lo bien que se esperaba, no hay que dejarse arrastrar por esa espiral de derrotismo, sino tenerlo en cuenta pero mañana seguir adelante, y seguir teniendo la misma esperanza del primer día, y seguir dando la oportunidad de que las cosas vuelvan a salir bien. El amor, no es cosa de un día ni de dos, ni cuestión de un cuento de hadas ni un camino sobre pétalos de rosa. Es un camino de rosas, efectivamente, pero hay que tener siempre que las rosas también pueden herirnos, tienen espinas, y hay veces en que no podemos evitar pincharnos para llegar a la suavidad del pétalo.