martes, 17 de julio de 2012

Un silencio que ensorcede...

Andar por cualquier calle, da igual de donde, da igual una calle de Madrid, que de Torremolinos, de Sitges, de Barcelona o de Dublín, siempre estaré condenada a ir rodeada de ruido, personas hablando, coches, pájaros, tiendas, perros; mis pies sobre el pavimento, dejando paso a paso un lugar, tal vez por un momento, tal vez por un tiempo, tal vez por una eternidad. Es cierto, no puedo negarlo, en el fondo es algo que me gusta pero, últimamente y cada vez más a menudo, envuelta entre tanto jaleo, entre tantas vidas, me pregunto dónde quedó aquel refugio con el que solía ir, aquella mano que reafirmaba mis pasos, aquel susurro que me trasladaba a un paréntesis, un remanso de paz, un lugar en el que, aun estando entre decenas, centenas o tal vez miles de personas, solamente podíamos estar él y yo, parando en el tiempo un beso, una caricia, una palabra.....¡obres inocentes! Pensar que aquello solo se quedaría fijo en aquel volátil momento, sin ser conscientes de que cada uno de esos segundo se iría grabando a fuego en nuestras retinas, en nuestras almas. Ojalá solo fueran un simple recuerdo más, como tantos otros de los cosechados a lo largo de los años, pero estos... aún no sé qué pasa con estos, pero cada vez que deciden aflorar cambian mi ser por completo, hacen que como una autómata cierre mi mano derecha en un burdo intento de encontrar la  suya entre mis dedos. Aún siento rabia en mis entrañas, rabia por no ser capaz de dominar este sentimiento, rabia porque aún tengo una lista interminable de cosas que hacer junto a ti, y solo junto a ti. Sólo te pediré un favor, espero que me perdones si algún día, sin querer, vuelvo a decirte "TeQuiero".