lunes, 2 de septiembre de 2013

Pánico

No recuerdo ya cuando fue la última vez que me digné a escribir sobre lo que siento. Tal vez, la causa de esta ausencia de palabras vino dada por la falta de necesidad de expresarlas por aquí pues, aunque aún me cueste creerlo, pude mirar a los ojos a quien amo y dejar que estas fluyeran de mil manera diferentes, bien fuera besando sus labios, perdiéndome en su mirada o recorriendo cada centímetro de su piel.
No obstante, hoy me veo empujada con violencia sobre mi teclado, con una necesidad  imperiosa de expresar lo que quema mi alma por dentro. No tengo si quiera una mínima idea de cuáles son las palabras que puedan reflejar fielmente cada una de mis sensaciones y sentimientos.
Hay quien dice que las palabras, en ocasiones, resultan ser puñales que se clavan sobre quien son pronunciadas.... cuán equivocados están aquellos que así lo creen. El peor de los puñales, más doloroso que cualquier palabra y, sin duda, más hiriente que una hoja de metal, es el silencio. No es la primera vez que un silencio me congela el habla y el alma, pero sí es la primera vez que se ha clavado sin piedad sobre mi, dejándome completamente a merced del tiempo, pues sólo él arrojará alguna palabra que termine con este dolor o me mate para siempre. No ha pasado si quiera una hora y cada segundo da una vuelta más a a cada correa que oprime mi ser, aumentando lentamente la agonía... reduciendo mi capacidad respiratoria.
De nada vale rogar, suplicar o implorar piedad pues, a fin de cuentas, estoy pagando el precio de la inseguridad y el miedo cuando me he visto colmada de aquello que más anhelaba.
Aún me intriga y me indigna el funcionamiento de los seres humanos. ¿Qué nos sucede cuando lo tenemos todo? ¿Qué pasa cuándo somos felices? ¿Acaso nos hemos acostumbrado tanto al dolor y a la soledad que no somos capaces de convivir con el bienestar y la plenitud?
Maldita la hora en que dudé, maldito el momento en el que tuve de ser feliz, porque es ahora cuando de verdad tengo miedo, mejor dicho pánico. Pánico cuando he visto tu mirada lejos de la mía, cuando tus labios callaban y entonces el silencio cobraba protagonismo, pánico al verte partir y sentir que no volverás...
Tal es el pánico que las lágrimas no me permiten seguir escribiendo....