jueves, 22 de septiembre de 2011

Olvida lo absurdo, quédate con lo importante...

Que aunque no queden ni mi color favorito, ni mi nombre, ni mi grupo de rock, ni el número de mi portal grabados en tu recuerdo, que si lo hagan el brillo de mis ojos al encontrarme con los tuyos, la voz de mis susurros de madrugada, el tacto de mi boca en cada encuentro apasionado. Que aunque no recuerdes todas las tardes conmigo, si recuerdes todas las noches. Que aunque te olvides de mi forma de escribir, si queden mis palabras y mensajes en tu memoria. No quiero que recuerdes mi pelo, ni mi camiseta favorita, ni mi equipo de fútbol, solo acuerdate de mi sonrisa de niña al verte al final de la calle, de mis manos temblando recorriendo tu piel, de mi corazón latiendo porque te puede tener. Olvidate si quieres de a dónde íbamos en cada encuentro, pero nunca olvides el hueco que dejaste en mi cama. Puede que no vuelvas a acordarte de nuestro primer beso, pero no olvides por qué fue. Borra de tu memoria el primer día que me viste, atesora, sin embargo, el momento en el que me amaste con cada mirada. Olvida si quieres todo lo anterior, pero nunca, nunca olvides quien fuiste y quien fui cuando solo eramos los dos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Frío que quema.

Es todo tan frío, que quema. Como cualquier llama, empieza siendo un mero esbozo, cada vez se aviva más, llega a quemarlo todo, adquiere una fuerza sobrenatural, una fuerza que nadie es capaz de controlar. Pero cuando ya no queda más que quemar, cuando ya no queda a qué agarrarse para mantenerse viva y fuerte, comienza a apagarse, perdiendo fuerza, tamaño y luminosidad. Finalmente, ni rastro de ella, solo ascuas aún incandescentes, entre las que queda alguna esperanza de reavivar lo que en su momento fue lo más poderoso. Mas seamos realistas, si algo de apaga, es difícil volverlo a encender, a veces, incluso, es mejor no querer volver a hacerlo. Ahora solo quedan cenizas, cubiertas por una gruesa manta de hielo que han ido poniendo diferentes gestos, palabras, hielo que sin remedio, el tiempo ha ido colocando, poco a poco pero constantemente. Al principio temblaba de frío, ahora me quemo. Es tanta la frialdad de lo de aquel tiempo, hablo de la pasión, de sentimientos, hablo de palabras, gestos, miradas llenas de esa llama que todo lo puede. Ahora todo eso se ha convertido en el más gélido y fúnebre cementerio glaciar jamás visto. Ando descalza por todo esto, mis pies están llenos de ampollas, llenos de heridas, causadas primero por andar sobre las ascuas que un día quedaron y ahora por pisar ese hielo, que es tan fuerte y tan frío, que ni con el contacto de mi cuerpo se derrite, tal vez es que en mi cuerpo ya no quede nada de calor, puede que mi cuerpo ahora solo sea eso, cuerpo, inerte, que se mueve por inercia, vagando sin un rumbo fijo, pero manteniendo la esperanza de un día, a lo lejos, ver lo que pueden ser unas pequeñas chispas, para solamente, volver a sentir.

domingo, 11 de septiembre de 2011

11-S

Y hoy es el día, ese día, que tras milenios de historia, se ha convertido en una marca negra en el calendario, ya para el resto de los días de todos y cada uno de los mortales que fuimos testigos de aquel día. Son 10 años los que han pasado, y aún duele ver esas imágenes, aún impresionan las imagenes de dos aviones atravesando una de las insignias más emblemáticas de Nueva York. Familias que no son capaces aún de ir a esa "zona 0", miles, millones de vidas destrozadas por aquella fatídica mañana, que empezaba con la misma normalidad de cada día en la Gran Ciudad. La ciudad más viva del mundo, se sumió en un temor tan espantoso, que, durante unos minutos, horas de incertidumbre, contuvo el aliento, con la esperanza de estar siendo protagonistas de una película de ficción, y que nada de lo ocurrido era real, pero por desgracia, la realidad se impuso y mostró al mundo la crueldad que vive en él. Yo aún recuerdo aquel día, mis ojos de tan sólo 7 años eran testigos, con imágenes en directo, de como se sembraba el pánico en el mundo, de cómo dos aviones, llenos de pasajeros impactaban y atravesaban las dos grandes torres de Nueva York. Imágenes tan increíbles como gente saltando desde un 10º o un 20º piso, incrédulas palabras de Matías Prat, sin saber si quiera qué decir, nadie daba crédito a lo que estábamos presenciando, y de repente, todo se vino a bajo, los dos grandes monstruos de Nueva York, con tantas y tantas vida en su interior, se desplomaron cual torre de naipes. Mi mente de niña, que el derrumbamiento más grande visto hasta el momento había sido el mi casita de la Barbie cuando mi hermano llegaba y arrasaba, no concebía el drama, ni todo lo que esas imágenes significaban en la vida de tantísimas personas, en la vida de un país, en definitiva, en la vida de un planeta. Hoy, 10 años después, he querido volver a ese momento, como si acabara de suceder ahora, y se que hoy, una década después, que se dice pronto, quiero que nadie se olvide de todas las personas, que por desgracia son demasiadas, protagonistas de aquel día. Hablo de todos los que estaban en las torres en ese momento, bomberos que también perdieron la vida durante los primeros minutos al llegar a la zona 0 e intentar al menos comprender la situación mientras daban cada vez un paso más hacia el infierno. Hablo también de todos aquellos que han hecho que de esa zona, solo quede el recuerdo, todas esas personas que tuvieron que adentrarse dentro de tantos y tantos escombros para poder dar a cada familia el cuerpo de sus familiares para poder darles sepultura con dignidad. Hablo también de policías, sanitarios, medios que estuvieron en aquel momento presenciando tal horror, hablo del mundo entero, que 10 años después seguimos recordando a todas y cada una de las personas que perdieron allí la vida. Los años pasan, pero la historia no se olvida.