domingo, 2 de septiembre de 2012

Septiembre, de nuevo tú.

Ha llegado septiembre, como cada año al final de verano. Septiembre es, tal vez, uno de los meses que más marca y guía el año. Supone el fin de las vacaciones y la vuelta a la rutina. Normalmente eso es algo que nos horroriza, que deseamos que tarde lo más posible en llegar o, que incluso, no llegue nunca. Sin embargo, para mí, septiembre es uno de los meses más ansiados. Todo cambia, la ciudad vuelve a llenarse de coches, de gente, de comercios abiertos, en definitiva, de vida; las mañanas vuelven a llenarse de cantidad de coches frenéticos con dirección al trabajo y de niños con las mochilas a la espalda con una mezcla entre pesar e ilusión propio de cada principio de curso. Vuelve el olor a libros nuevos, a lápices enteros y bolis aún sin estrenar. Volvemos a esos pasillos, aulas y pupitres que de algún modo, algo extraño y desconcertante, echamos de menos. Una vez más sonreímos al ver los rostros que cada curso nos acompañan, nos enseñan, nos corrigen, nos califican, nos apoyan, nos guían, nos aprecian y nos trasmiten ese entusiasmo por seguir adelante, es decir, los rostros de los maestros que durante 10 meses al año se encargan de educarnos y formarnos, tanto académica como personalmente. Y todo ello tiene un sabor agridulce fruto del fin de las vacaciones junto con esa entrañable sensación de volver a estar en casa, de que todo vuelve a estar en su sitio.
Por primera vez, 6 años después, tengo miedo, más bien intriga por el mes de septiembre. Este año no vuelvo a los pasillos de siempre, ni a las aulas ni los pupitres de cada año. No voy a sentir esa sensación de estar en casa al encontrarme un año más rodeada de los míos, tanto compañeros como maestros, sobre todo ellos, los maestros. Este año será todo nuevo. Un sitio diferente, gente completamente diferente y anónima y desconocida para mi, maestros por descubrir y la nueva tarea de hacer de cada día algo con lo que poco a poco sentirme como en casa. Voy a echar y mucho de menos la sensación de ver al pringao de turno o como se hace llamar él "El coordinador"; a la Rubia; al diccionario de la RAE en carne y hueso; a la historia y el arte hechos hombre; a la ciencia y la religión fundidas en una especie de protector; a súper Luis caradepollo; a Juanito maravilla; a Mr.Street; a mami Blanca....puff todo un sin fin de personas que me han llenado de valores estos 6 años y que ahora, por primera vez, no voy a reencontrarme ahora en septiembre. Voy a abandonar los pasillos donde hasta febrero sonaba ese "AAAAIIIIII"; "¿ME LO CANTAS O ME LO BAILAS?"; "VA A ARDER TROYA" y una lista infinita de expresiones y sonidos que hacían que todo el mundo supiera donde estaba ella, donde estaba Celia, y que entonces, tras ese primer "AAAAAIII" del curso todo el mundo, o al menos yo pensara: sí, ahora sí, ya estoy en casa. ¿Lo bueno de todo esto? Que gracias a personas tan maravillosas como ella se que hoy, y siempre, las puertas de ese colegio que era más bien mi segundo hogar, seguirán siempre abiertas, que me podré pasar la cantidad de veces que quiera que siempre seré recibida con la misma amabilidad y cariño con el que fui tratada tanto tiempo y que a día de hoy es lo que me ha marcado como persona.
Comienzo una nueva etapa, comienzo lo que de verdad quiero hacer, ahora sí que sí empiezo a diseñar y a llevar a cabo el tejado de un proyecto que empecé a los 3 años en mi primera clase y que terminaré, espero, dentro de 4, para poder pasarme el resto de mi vida viviendo esta sensación cada mes de septiembre y sentirme como en casa, rodeada de los pasillos de siempre y de la gente de siempre. Terminaré el tejado para hacer de el resto de mi vida un hogar seguro, tranquilo y cálido en el que espero poder albergar a todos los alumnos que pasen durante mi carrera profesional. Este mes de septiembre empieza el sueño de mi vida...

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