jueves, 18 de octubre de 2012

Aprender a vivir.

Hubo alguien que un día me dijo que nunca dejase de escribir. Nunca supe el verdadero significado de ese consejo hasta ahora. Durante los últimos meses apenas he escrito. Por unas razones o por otras he dejado de lado esta faceta, he dejado de sentir como sentía antes, o mejor dicho, he dejado de expresarme como me expresaba antes. Sentir, nunca se deja de sentir. Y, como casi cada día de mi vida, he aprendido algo nuevo gracias a esto, y es que no hay mejor placer en la vida que escribir. Me gustan mis seguidores, y que el contador de visitas suba, pero lo que más me gusta, sin duda, es lo liberado que se siente mi espíritu con cada palabra que siente mi corazón, piensa mi cabeza y escriben mis dedos. No sé lo que pensará el resto de personas que conocen a quien me dijo aquello, pero si algo puedo decir, humildemente, es que es una de las personas más cultas y sabias que conozco. Y con ello no quiero decir que haya estudiado 4 carreras, ni sea ingeniera, no. Con eso quiero decir que es una persona que, a parte de estudiar, a lo que se ha dedicado enteramente es a vivir, y a sacar provecho de sus días. Es alguien que no está en el mundo sin más. Tenga la certeza o no de que esta es la única vida que vamos a vivir, se dedica a aprender de ella lo más que pueda, a disfrutarla, a sentirla. Es de esas personas que en vez de correr de una lado a otro se dedica a sentarse a escuchar al mundo. Observa, analiza, es paciente, piensa, siente, quiere y ama lo que tiene. No me encuentro ni a la altura del suelo respecto a tan sabia persona y tardaré mucho en escalar algún puesto al respecto. Para ello, sin duda, solo me queda seguir aprendiendo de ella y de su forma de vivir, sólo he de aprender a vivir.

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