lunes, 22 de octubre de 2012

Ausencia...21

No hay cosa que más odie que una ausencia en mi vida. Mucho más cuando se trata de más de una. No hablo de ausencias románticas como puede ser un amor no conseguido o frustrado. Hablo de ausencias de verdad. Hablo de ausencias de esas que más se notan cuando peor van las cosas, o cuando revives ciertos momentos, lugares, canciones, fotos, escritos... Hoy os hablaré principalmente de 1 ausencia que nada tiene que ver con el amor, al menos no con el amor de pareja, porque sí que es un tipo de amor. Ya hay alguna entrada más por aquí hablando de ella, de Celia. Ayer, día 21, han hecho 8 meses desde que comenzó a estar ausente y, aunque en teoría lo menos soportable es al principio, para mi, según pasan los meses, noto más que ella ya no esta. Y eso teniendo en cuenta que ya este curso he dejado de estar entre los pasillos de mi instituto y, por tanto, ya no estoy donde estaba con ella. Pero, puede que sea por el tipo de carrera que estoy haciendo en la universidad, cada vez la tengo más presente. Cuando los primeros días los profesores o algunos compañeros me han preguntado el por qué de querer ser maestra, mi respuesta ha sido clara, y es que es algo que llevo deseando desde bien pequeña, una vocación, y que esa vocación y deseo se han visto reafirmados por algunos profesores y una de ellas en particular. Ella, Celia. Siempre dije y supe que era una gran maestra, alguien con vocación, que estaba ahí por y para nosotros, no sólo por cobrar un suelo. Nadie dudaba de que su vida y su eterna juventud se hallaban entre aquellos pasillos, entre nosotros, CON nosotros. A lo largo de los cursos que hice con ella, y durante el resto teniéndola entre los pasillos, me enseñó muchísimas lecciones, y no hablo ni de las matemáticas ni de plástica, hablo de lecciones vitales, morales, sentimentales y un sin fin de aspectos más. Pero había una lección que aún no me había dado nadie, y aunque por desgracia, por suerte fue ella quien me la dio. Tenía que ser ella, no podía ser otra persona. Tras mi madre y mis abuelos, ella ha sido quien más de la vida me ha enseñado, y fue ella quien me dio su gran lección final. ¿Cuál fue? Me enseñó lo grandiosa que puede ser la vida de una "simple maestra". Me enseñó que no hace falta ser Jesucristo para obrar verdaderos milagros, ni tener grandes medios o fortunas materiales. Me enseñó que los milagros se hallan en las cosas más insignificantes y corrientes de la vida, que se hallan en uno mismo en relación y dedicación por los demás. Me enseñó que un verdadero milagro es ser capaz de trasmitir lo que uno es a los demás, poder enseñarles a vivir, a valerse por sí mismos, a dejar de tener miedo o, mejor dicho, a ser capaces de enfrentarse a sus miedos. ¿Cómo lo hizo? De la forma más dura que me han dado una lección en mi vida. Se fue, para siempre, su cuerpo decidió abandonarla. Pero fue precisamente su espíritu y no su cuerpo el que estuvo ahí para aun en ese momento enseñarme algo grandioso. Lo grandioso estuvo en la unión, de hasta las personas más distantes, a raíz de este momento. El verdadero milagro estuvo en que esto nos llevó a cada uno a sacar lo mejor de nosotros mismos por ella, con los demás. Es una auténtica desgracia ver a decenas, cientos de personas llorando entorno a un féretro, no obstante, es hermoso. Es extraordinario ver cómo una persona, en sus escasos 44 años de vida, ha obrado de tal manera que en el momento de su adiós cientos de personas se reúnen entorno a ella y junto a su familia para que nadie se olvide de lo grande de su persona y de lo maravilloso de su vida y de su obra. Ver profesores compañeros, familiares y un sin fin de alumnos y ex-alumnos queriendo estar presentes allí para que, esté donde esté, sienta y vea que su vida fue grandiosa y fructífera, que su paso por la vida de tantas personas ha dejado una huella imborrable, es algo verdaderamente sublime.
Desde aquel fatal 21 de Febrero de 2012 sé que mi profesión y vocación siempre te tendrán como referente, y que dedicaré cada una de mis clases a seguir tu modelo de vida y enseñanza. Mejoraré con cada error y tendré en cuenta cada fallo para siempre mejorar, porque, entre otras cosas, me enseñaste que siempre hay margen para mejorar, ya sea dentro de lo malo o de lo bueno.
Ocho meses después sigues tan presente en mi como durante los 6 años anteriores y, tranquila, ten por seguro que por más que pasen los meses, los años y las décadas, nunca me olvidaré de quién fue una de mi verdaderas maestras.

1 comentario:

  1. Simplemente.. http://25.media.tumblr.com/tumblr_mcgak1xUXK1rg2xo9o1_500.gif

    ResponderEliminar