viernes, 12 de abril de 2013

Loving Strangers


Se precipitaba calle abajo sobre las grises aceras de la ciudad arropada por los últimos suspiros del día. Éste agonizaba de forma irrevocable pero, extrañamente, no sus anhelos de soñar mientras los demás creían hacerlo dejándose llevar por Morfeo. De noche nunca dormía, no obstante, su alma soñaba más allá que ninguna. Entre las largas, tranquilas, en ocasiones frías y siempre solitarias noches de desvelo ella vivía su vida, disfrutaba de ella, saboreaba entre la suave escalada hacia la libertad del humo de un cigarrillo que sostenía entre sus dedos, delicada y firmemente, los momentos que la luz diurna le había regalado y grabado en sus pupilas. Envuelta en el más absoluto silencio, apenas perturbado por una ráfaga de viento que agitaba las hojas del árbol que cubría de sombras su guarida o, como otros la llaman, su habitación, encontraba el espacio indicado para olvidar toda la prisa que la llevaba de un sitio al siguiente, cual papelillo golpeado de una dirección a otra a los antojos del aire. Era entonces y sólo entonces cuando su alma sonreía al recordar cada gesto, cada sensación. Era entonces, y no en el momento, cuando su alma sentía la caricia que sólo la mirada quien ella sabía la sosegaba y estremecía la piel.  
Aquel desvelo no fue diferente a los otros. Una luz cálida y tenue formada por la pantalla del ordenador y cuatro velas consumiéndose al ritmo de sus pensamientos junto a la suave melodía de un piano sonando, lo suficientemente alto para calar en su ser y lo suficientemente bajo para no despertar a su familia, hicieron de aquella noche algo diferente. Fue entonces y no antes cuando descubrió que no conocía al ser que amaba, al menos no en profundidad. Cayó, en aquel instante, en la cuenta de la maravilla de tener la capacidad de amar aun no sabiendo a penas nada de la persona en cuestión. Su nombre, su voz, el color de sus ojos y la paz de su sonrisa habían bastado.Claro que tenía defectos, igual que ella, pero aun esos los amaba pues, indudablemente, también forman parte de una persona y la hacen ser quien es.
Siempre insegura, nunca fue capaz de entregar todo lo es a nadie. El miedo a que aquello que era suyo y solo suyo se corrompiese o resultara herido atormentaba cada relación con cada persona de su vida. Amigos, familiares, parejas pasadas... nadie era suficientemente alguien para perder el miedo. Sin embargo, la persona cuya sonrisa iluminaba hasta el más gris de los días, esa, tan desconocida y extraña y a la vez tan cercana, alejaba cualquier fantasma de miedo o temor. En un beso, el primero de todos, estaba segura que se entregaría completamente a aquel amor, ese loco de atar y desatar...

1 comentario:

  1. Y yo pensando que te habia comentado... que fuerte todo.

    No se como es posible que escribas taaaan bien, ya me diras donde pillas la coca. Simplemente increible como todo lo que escribes.

    Y como siempre tengo que finalizar con algun comentario obsceno pues... tetas.

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