Aunque tu no lo creas

Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que sentía, fue, en ese preciso instante, cuando comprendió a qué se debía su necesidad de buscar una mirada entre la gente. Buscaba la mirada de aquella persona con la que se encontrase, pero ninguna valía, ninguna bastaba, ninguna era la mirada que necesitaba. Llevaba más de un mes sin verla, y cada vez, los días se hacían más insoportables sin verla. Al principio creyó que no, que sería capaz de aguantar, que todo esta en querer hacerlo. Qué equivocada estaba, ni todas las miradas del mundo, por especiales que fueses, por importancia que tuvieran, conseguirían calmar esa ansiedad, esa necesidad de verla una vez más. A la mayoría de aquellos que estaban a su alrededor, les hacía falta un distanciamiento, como son las vacaciones para echar algo de una persona de menos. Ella se dio cuenta de que en su caso no era así, que en verdad le extrañaba cada día, aunque le viera, aunque oyera su voz, le echaba de menos, y ahora puede que más si, pero siempre le ha echada de menos. Desde el momento que empezó a necesitarle hace ya tiempo, desde ese día, todos y cada uno de los días del año, le extrañaba, se acordaba de él, necesitaba y necesita su presencia.
Qué cerca y qué lejos puede parecer todo en cuestión de segundos. Cuánto cuesta conseguir lo que uno más quiere, y qué fácil se va. Qué difícil es acumular sentimientos, qué difícil es hacer latir otro corazón, pero qué fácil este se escapa de tus manos y no lo vuelves a tener nunca más. Pero él lo hizo tan fácil, que ella jamás consiguió comprender cómo fue que sucedió, y menos aún entendía porque sus sentimientos hacia él jamás silenciaban, ni con el paso de los años, ni acumulando los daños.