miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ni blanco ni negro

De pronto todo va bien. La vida, últimamente, se ha convertido en algo placentero, con sus momentos menos buenos, pero, en general, se está dedicando a mimarme. Ojalá la felicidad se pusiera de acuerdo y a la altura. Sí, estoy bien, contenta, no me quejo porque las cosas están bien y, lo mas importante, me gusta como están. Últimamente, aunque sea para las cosas más absurdas, me estoy superando, estoy derribando ciertos muros, ciertos miedos que nunca antes me habían dejado avanzar y que por fin estoy consiguiendo plantar cara. Hay muchos más que aún me atormentan, pero no tengo prisa, los enfrentaré cuando sea el momento de hacerlo, no quiero ni necesito precipitarme.
En cuestión de unos meses, todo es diferente, pero MUY diferente. La universidad ha cambiado lo que hasta ahora había sido mi vida. Todo lo nuevo que me ha traído ha sido, ES, un soplo, o mejor dicho, un huracán de aire fresco. Sí, estaba a gusto con lo que tenía, pero me ahogaba, todo estaba estancado, mi vida se encontraba en ese punto en el que todos saben o creen saber mucho de tu pasado y, por tanto, cualquier acto o palabra que se salga de esa "Belén" tradicional, de esa que sigue un patrón, de esa que nunca rompe o fisura las normas, de esa que siempre había querido ser invisible, de esa que no acostumbrara a sonreír, ni a bailar..... todo fuera de eso llamaba de un modo exagerado la atención. Sin embargo, ahora, por fin soy libre. Nunca antes me había sentido así, bien por pequeña o bien por miedo. La universidad me asustaba, es verdad, no obstante, ahora me asusta pensar en mi vida sin la universidad. Un lugar en el que tú no sabes nada de nadie, pero lo mejor de todo es que nadie sabe nada de ti. Y eso, por más que como he dicho asuste al principio, en seguida te das cuenta de que es lo mejor que te ha podido pasar. Cuando quise ser consciente de ello, sonreí, sonreí como hacía mucho tiempo que no hacía. Descubrir gente, mucha gente, de muchos tipos, con muchas "ideologías", con muchos estilos, muchas formas de hablar y ver el mundo...en fin, mucho de todo. Un lugar en el que seas como seas, no vas a destacar, no más que el resto. Es más, el raro es el que aparenta normalidad, el que aparenta no tener nada especial, raro o diferente. Los primeros días empecé siendo yo, la de siempre, la que aparenta normalidad, tranquilidad y cordura. Esa no soy yo. Entonces, mirando a mi alrededor, entre sonrisas y en un ambiente completamente extraño, decidí ser yo misma, decidí no esconderme de mí misma y mostrarme tal como soy, con mis normalidades, mis excentricidades, mis ñoñerías, mis barbaridades, mi sonrisa, mis ganas de ser diferente, mis ganas de ser YO. Cada día, al volver a casa, cansada y de noche, solo se me ocurre ir sonriendo por la calle y mientras subo las escaleras camino a mi hogar. La razón es tan sencilla como que vuelvo con sensación de libertad, de coherencia conmigo misma, de serme fiel.
Y sí, soy rara. Puedo ser cuerda, seria, responsable, trabajadora, culta, fina, educada, servicial, detallista.....pero también puedo estar loca, ser bruta, despistada, reírme constantemente....y no es cuestión de ser bipolar, ni de elegir una personalidad. Es cuestión de que tengo cantidad de cualidades y, la mejor forma de ser uno mismo, es cultivarlas todas y aplicarlas en el momento adecuado: ser coherente cuando hay que serlo, dejarse llevar en la situación apropiada, sonreír o ser la persona más responsable del mundo. Que no hay que elegir blanco o negro, a mi me gustan más las escalas, los colores, la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario