Hubo un tiempo, no hace mucho, pero parece toda eternidad en el que la palabra que nos definía, era INOCENCIA. Éramos inocentes seres en el mundo, personitas que sonreían cuando algún mayor se daba un golpetazo tonto, o nos hacía una pedorreta, o cosquillas, o simplemente nos ponía caras. Ese tiempo en el que nuestra máxima preocupación era pensar si ibamos a jugar con plastilina, con los cochecitos, las muñecas o nuestra madre nos iba a leer un cuento. Es ni si quiera pensábamos eso, se puede decir, autenticamente, que vivíamos el momento, nuestra capacidad solo nos permitía pensar en lo que hacíamos en el momento, y no planear nada. Ese tiempo en el que FELICIDAD significaba que papá y mamá me querían y estaban conmigo, que podía jugar con lo que quisiera, comer las cosas ricas, y ver los dibujos o el cuento favorito. Qué precioso concepto de felicidad, por qué, con 17 años no puede seguir siendo asi? ¿Por qué ahora no encuentro la definición seguridad por ninguna parte, y cuando la encuentro no me vale? ¿Por qué me colapso buscando estar bien? ¿Por qué es tan difícil sonreír durante todo un día? No entiendo por qué pasa el tiempo, por qué no podemos pedir por cumpleaños cumplir en vez de 17, 5 años y se haga realidad. Existe nuestro mundo, y millones de mundos más de los que recibimos información, contacto, antes todo nuestro mundo eran los compis de clase, con los que estabas solo en el colegio, papa, mama, algun hermano si lo hay y familia en general, ese era nuestro mundo, tan pequeño y sencillo, que era perfecto, justo, suficiente, para qué más? A día de hoy, muchos días no sé ni si quiera quién soy.
Sólo se, que a cada estrella fugaz que vea pasar, le pediré volver a ser pequeña, volver a tener inocencia, y volver a ser feliz solo con un achuchón de mi madre.
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